miércoles, 5 de septiembre de 2018

Consternación


Atentado, agresión, ataque, embestida, ofensa, palabras todas que hacen temer lo peor. Que muestran nuestra vulnerabilidad porque alguien nos odia y nos hace sentir inseguros. Todos somos víctimas del engaño y del dolor. Si el atentado es terrorista toma el protagonismo que buscan los agresores. Víctimas mortales maltratadas por el destino, eran en el lugar inadecuado y en el momento inadecuado. Desaparecen de forma brusca, sangrienta, algunas sufriendo, otras sin darse cuenta, marchan de golpe dejando a su alrededor quizás familiares o amigos heridos que sufren y sufrirán el resto de sus vidas por las secuelas y por el abandono brutal de los seres queridos, arrebatados por el acto más violento que han dirigido locos al poner precio a sus vidas. Manipulados por falsas creencias y falsas promesas de una vida mejor, debido a un mundo lleno de odio y de guerras muy difícil de arreglar. Familias destrozadas y abandonadas al destino de su pesar. Familias que no entienden porque les ha tocado a ellas tanto por si eren inocentes que pasaban por allí como si eran culpables de provocar lo que nunca hubieran imaginado. Culturas contrapuestas, inmigrantes de países maltratados, se supone que se integran cuando ni los suyos se habían dado cuenta que alguien les ha comido el coco. Extraños pasos per parte de los cuerpos de seguridad del Estado. A quién protegen, si algunos se han hinchado a vender armas? Todo huele mal, una hedor extraña y apesta, hedor a podrido y no tienen ni la decencia de saber estar. Consternación que durará.


Traducción del artículo publicado en el semanario el 3 de vuit

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