Pirineos, inmenso embalse helado, que al deshielo
deja ir gran cantidad de agua. Si la primavera es lluviosa, como este año, los ríos
van llenos a rebosar de las orillas. Sonido ensordecedor que no para. En verano
las piedras redondas, que vemos en los ríos de montaña, se han esculpido con la
fuerza del agua de forma implacable, gota a gota, con esa constancia de pasar
una y otra vez por encima y por debajo, por los lados o arrastrándolas. Y las
cambia de sitio quizás sedimentándolas, modificando su curso, modificando el
paisaje. El Noguera Pallaresa baja con gran caudal, qué quedará de ellas en pocas
semanas? Ante la ermita de Sant Joan de Isil, construida a la orilla del rio, en
el siglo XI, osados aficionados a los deportes de aventura aprovechan las aguas
bravas para coger su canoa y bajar por el rio, saltando por encima de las piedras
que el agua esconde. No se trata de un río demasiado ancho ni en calma. Es un
rio que se lleva por delante cualquier obstáculo que no resista su fuerza, la fuerza
del agua. Abedules, olmos, chopos, biernos, desnudos en el invierno, crecen a
alturas insospechables, algunos en el cauce, inundados, les brotan hojas de
verde vivo que darán buena sombra a nuestros paseos. Pero ay de aquellos que las
raíces no estén bien hundidas, o el viento las haya torcido por su altura, que
no aguantarán el embate de esta agua que niega ceder el paso de forma educada. La fuerza del agua una fuente de energía limpia
y renovable.
Artículo traducido del publicado en la columna del semanario El 3 de vuit
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