Hace un mes, fui a escuchar de primera mano, lo
que explicaban tres directivos, uno de una cooperativa, la Caixa d’Enginyers, y
los otros dos de dos bancas, una de procedencia italiana (Fiare banca ética) y la
anglosajona Triodos bank que operan en nuestro país desde hace algún tiempo. Jóvenes
estudiantes, adultos en activo y colegiados seniors, desbordaron el auditorio principal
del Col·legi d’Economistes de Catalunya. Lo mejor, ver sus caras de satisfacción
a la salida. Dirían que el bien a las personas y a nuestro entorno, mediante una
nueva forma de hacer banca, puede ser viable. Una banca, que tiene por requisito
principal la economía real, haciendo compatible la rentabilidad financiera y la
económica, y logrando objetivos sociales y ambientales, es aquí. Exige no operar
en paraísos fiscales y el abanico salarial de sus equipos va de 1 a 12 como máximo
y no de 1 a 800 como la banca tradicional. Trata el cliente a largo plazo sin fluctuaciones,
sin provocar burbujas y grandes pérdidas. Y antes de
escoger sus proyectos, la banca ética aplica criterios de selección, unos negativos:
evitando invertir, por ejemplo, en la producción y venta de armamento, de energía
nuclear, en especulación financiera, o en deslocalizaciones con prácticas de explotación
laboral; y otros positivos: prioriza sus inversiones en determinados sectores y
apoya proyectos medioambientales, actividades de comercio justo, y micro-créditos
a personas con escasos recursos. Valores para mejorar el mundo y las personas.
Artículo traducido del publicado en el semanario El 3 de vuit
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