Os decía que la idea del cambio horario de la
primavera y el otoño viene de cuando nos alumbrábamos con velas por la noche. Los
15 millones de euros de ahorro que se conseguían años atrás ahora ya no tienen
sentido, cuando edificios inteligentes, maquinaria de fábricas, trenes,
metros, aires acondicionados de frío y calor, ordenadores, electrodoméstico, etc.,
funcionan las 24 horas del día. Se está hablando de suprimirlo y en el
Parlamento de las Islas Baleares ya han aprobado una iniciativa para mantener el
horario de verano que habrá de ser ratificado por el Congreso de los Diputados
de Madrid por tener las competencias en esta materia. Se dice que el cambio horario va contra la
salud. Menos luz solar cuando salimos de la escuela y el trabajo tiene consecuencias
negativas. La baja natalidad y la falta de conciliación familiar forman parte
del círculo vicioso que debe romperse para permitir que las personas tengan más
actividades de ocio y de cultura y disfruten de la familia. Otro tema son las
horas que hemos de estar presentes en el trabajo y gozar de aficiones y vida
cultural sin repercutir desfavorablemente a la jornada laborable del día siguiente.
Los españoles trabajan una media de
1.720 horas al año, 26 más que los ingleses, 41 más que los
italianos, 58 más que los suecos, 65 más que los alemanes, 92 más
que los daneses y 125 más que los franceses. Y a pesar de todo eso, la
Unión Europea nos miran en lupa por la baja competitividad y productividad de nuestra
economía.
articulo traducido del publicado por el semanario El 3 de vuit
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