Navidad, para unos,
tiempo de reflexión, de alegría dicen, de celebración. Nació en un portal un bebé
que había de salvar el mundo. Nació desnudo como todos los recién nacidos. Sabemos
poco de su infancia, a parte del bien escenificado pesebre. Algunos, pocos
escritos, dicen que tuvo hermanos. En alguna pintura mural, se le ve cogido de
la mano de la madre mientras el padre cogía a otro niño. Era el pequeño? Era el
mayor? Con quien va jugó, corrió, nadó en el rio si aprendió a nadar, no se sabe
nada. Y cómo se hizo predicador y líder de masas, tampoco. Eran dotes divinas os
diréis, no fue a la universidad ni contrató un coach porque era innato en él. Había
de ser un buen vendedor, quizás el mejor que nunca jamás haya habido, que de él
y del que vendía aún se hable ahora. Vendía esperanza, animando a la gente a soportar
los males que padecían, prometiendo otra vida mejor. Consuelo de los más débiles,
de los enfermos, de los más pobres, de los que huyen del hambre y la guerra habiendo
perdido familiares, amigos y su hogar, de los ancianos, dependientes, de los
que tienen buena voluntad y querrían un
mundo mejor. Para otros, la Navidad son días de reuniones, algunas familiares, otras
de compañeros de trabajo y de amistades, de preparar unas excelentes comidas, de
hacer muchos brindis, de estrenar vestido, de hacer cagar el tió a los más pequeños,
de decorar el hogar, son días para ir a conciertos, para ver un buen espectáculo
musical. Que el tiempo dedicado a las fiestas de Navidad las viváis en paz,
serenidad, alegría y mucho amor.
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